DANIELA MARTÍN

Ciclo del agua
Era tu cuerpo una isla sin raíces
que bogaba extendido,
puesta la espalda contra el cauce lleno.
El sol te maceraba.

Eras fruta limpia, de sal abierta,
y esperabas para ser retomado
evaporado en luz desde las aguas
igual que un solo insecto transparente.

Luego vuelto a caer, precipitado
sobre los bordes mismos de la playa.

 

La precisión de las pasiones
(Bill Viola)
Como también sucede con el gesto
el agua tiene un ángulo preciso,
un lugar lento para el estallido
por donde se desborda,
que lo precede siempre hacia la nada.


El mar
Sueño con el mar.
Es en estas noches de sueños cortos
en que no duermo,
las noches que preceden a la muerte,
que sueño el mar sonando
por dentro de mis manos.
Y siento por primera vez la sed,
una sed perentoria, de madera
apretada en los límites del pecho.

Detrás en la pared de sal que toco
que se ha vuelto mi frente,
como escamas que se hubieran secado
se me están cayendo los recuerdos;
olvido que al anochecer mi madre
cerraba las persianas
por donde oía el mar.

 

Mar de los espectros
Las noches en el mar que nadie ve
están llenas de cuerpos.
Suben del fondo, azules,
construyen su costra sobre la calma,
la bajamar sin rocas.
Se oyen chocar: el metal de sus manos,
bloques de hielo que rompen y caen
lentos hacia las costas,
bosques desatados tiernos del fondo
sin peso sobre el agua.
Bocarriba con los ojos abiertos,
claras piezas desnudas extendidas
que avanzan ya descifrando la noche.

Marea
A veces a las playas
irreconocibles vuelven.

Cuadernas destrozadas
como cadáveres
que se posan mansos en la arena,

el mismo calor entrecortado
de los pájaros que agonizan.

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