MANUEL GONZÁLEZ BARRERA

TESTIMONIO VITAL
Poema extraído del libro “Esto que la luz me dicta ahora”

Se nos acaba de morir un hombre.
Es necesario recordar su infancia,
volver a los umbrales de la risa
donde nos es la muerte tan lejana.

Su vida fue sencilla
como el brotar del trigo en la mañana.
(La tristeza afloraba entre sus ojos
presagiando el final en la mirada).

Pensaba que era cierto,
—él vio la muerte en una madrugada—,
pero con la alegría de la vida
cuando es secreto nido entre ramas,
luminosa mañana y correrías
sorpresa de la hierba masticada.

Era la vida tierna como un junco,
por eso la trababa con cuidado
procurando decir a cada instante:
la muerte es un misterio muy lejano.

Cuando el llanto brotó por vez primera
comprendió tristemente que era el paso
hacia una orilla de lejana playa,
comprendió que el llanto y la risa era
la misma agua que de una fuente mana.
Esta es su historia a grandes rasgos,
luminosa y sencilla,
como el brotar del trigo en la mañana.

La realidad está cuerpo presente
y es necesario recordar su infancia
negándole evidencia a aquella muerte
que estaba presagiando en la mirada.

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