DE ESTE HONDO DESIGNIO (1.989—1991)
I
Veintinueve años y el crepitar del cielo en los océanos,
buscador de pureza en el esplendente lebrel de la ternura.
Te estoy mirando, hermano,
y el aire glorifica la luz que te define,
la respiración ejercita un corazón comunicante,
un magma dulce que roza mejillas de inocencia,
hasta que aceptamos el gozo de una mano,
como la isla orilla el mar y se engrandece.
Persiste aun en la memoria la crónica del miedo,
el temor irreverente a que una palabra destruya la mítica del alba.
II
El horizonte es una isla,
el ojo un barco anhelante de su orilla.
III
No pude desnudarme de todos tus volcanes,
ni quiero renunciar al precio de tu siembra.
Detrás de la puerta del paisaje, tu paisaje,
la ubre que inflamó estrellas en mi fragua,
isla, continente, sortilegio,
y yo agarrando el pedernal de tus rompientes,
confrontación telúrica de sol y tierra germinando,
deshilvanando las nubes del equipaje y los recuerdos sin memoria,
hasta desbrozar los astros en la concavidad del alma.
IV
Cercanía de las islas,
la estancia donde el agua se colma en otro agua.
Ilustración: Augusto Vives